Estaremos de acuerdo en que, cuando estamos enamoradas hacemos muchas cosas que, vistas con perspectiva, nos pueden resultar un poco extrañas. En ocasiones, nos cuenta pensar en nosotras mismas haciéndolas y nos parece increíble que el enamoramiento nos haga tener algunas de esas actitudes. Vamos a enumerar las más habituales, a ver con cuántas te sientes identificada.
1. Perder la vergüenza
Cuando estás junto a tu pareja o una persona por la que sientes algo se contagian de una especie de locura temporal que hace que ninguno de los dos sienta la más mínima vergüenza por la calle. Así que te encuentras cantando a viva voz alguna canción divertida en medio de una plaza o gritando alguna frase de broma.
2. Buscas a tu amado todo el tiempo
Aquí encontramos dos variantes, lo buscas de pensamiento o de acto.
En el primer caso, todo te recuerda a la otra persona, incluso el detalle más insignificante y aparentemente sin sentido. Da igual. Tú lo conectarás directamente con algún recuerdo o aspecto específico y tendrá todo el sentido del mundo. Una señal de stop, una botella de agua vacía o alguien que ríe por la calle. Todo te recordará a lo mismo. Y tú encantada, oye.
En el segundo caso nos referimos ya a la actividad propia de entrar en contacto con él, que se convierte en una especie de adicción sin remedio. Desde el mensajito nada más despertarte, hasta llamarle en cuanto tienes un rato. Por supuesto, en cuanto se conecta a una red social le hablas, ya sea para preguntarle como está o con cualquier excusa que se te ocurra en ese momento, como preguntar por alguna canción, una dirección o una receta. El motivo es lo de menos, la cuestión es que te diga algo. También intentas encontrarte con él en persona, ya sea saliendo por los bares por donde te ha dicho que suele salir, o encontrándotelo “casualmente” en una zona donde has averiguado que está.
3. Te interesas por sus gustos y abres nuevos horizontes culturales
Nunca te han interesado ciertos temas, incluso puede que los detestaras… hasta ahora. Porque quieres entenderle mejor y, de paso, estar un poco más cerca de él. Así que empiezas a ver sus películas favoritas, a leer sus libros de cabecera y a informarte mejor sobre sus aficiones. No hay nada malo en esto, de hecho, él también lo estará haciendo.
4. Reacciones incontrolables
Hay una serie de evidencias que se pueden ver a simple vista, y que son muy complicadas de disimular cuando estamos enamoradas. Todos tenemos alguna, y estoy segura de que tú también te sentirás identificada con alguna de ellas.
Por ejemplo, ¿puedes dejar de sonreír cuando están juntos? Estás esperando en un sitio gris rodeado de gente, pero en cuanto entra por la puerta se ilumina todo y se te pone, como dicen tus amigas cariñosamente, una cara de tonta con una sonrisa de oreja a oreja que delata tu sentir interior.
Seguro que también te has dado cuenta de que cuando hablas con él no puedes parar de tocarte el pelo. Da igual lo bien o lo mal que lo tengas, no se trata de un problema de estética, es simplemente una actitud de coquetería que te sale sola. Normalmente, lo coges de las puntas y te haces rizos, una y otra vez.
¿Puedes quitarle los ojos de encima? ¿No? Pues ahí tienes otra… muchas mujeres son incapaces de separar su mirada de la persona de la que están enamorada. Su mirada se fija en ella y ya puede venir un terremoto que no apartará la vista de su objetivo.
Hay muchas más reacciones de este tipo que seguro que puedes identificar por ti misma. ¿Cuáles son las más habituales en ti?
5. Reacciones controladas
Quieres conquistar a alguien y no sabes bien como hacer para que se fije en ti, así que comienzas a sacar tus armas de mujer más elegantes para llamar su atención. Levantar levemente la camisa y mostrar el ombligo cuando sabes que está mirando es siempre una estrategia muy sensual y que haces para provocar o seducir. También te inclinas un poco al hablar, potenciando un poco ese escote tan bonito que te has puesto hoy, o le lanzas miradas intermitentes y cambias a una sonrisa pícara cuando su vista se cruza con la tuya.
6. Rompes el espacio de seguridad disimuladamente
Te acercas mucho a él, rompiendo la distancia natural que debería existir, hasta el punto de llegar a rozarlo. La situación no es incómoda, así que significa que la cosa va bien. Aprovechas cualquier excusa para tocarle el brazo levemente, incluso para realizar alguna caricia disimulada. Cuando le das dos besos al saludar, si todavía no son pareja, lo hace muy lento y muy cerca de la comisura de los labios. Cualquier contacto corporal que le haga entender lo que quieres comunicar vale, y el repertorio puede ser muy amplio.
Y bien, ¿te has sentido identificada? ¿Cuántas de estas cosas haces tú?